Tuesday, March 27, 2007

Sobre la vigencia del pensamiento de Marx y la construcción del Socialismo

Marxismo en el siglo XXI*

Daniel Rosenberg Cervantes

Cierto es que el marxismo siempre ha sido no sólo cuestionado, sino negado por quienes, dado su interés de clase o su privilegiada posición social, no pueden soportar una teoría crítica y una práctica encaminadas a transformar radicalmente el sistema económico-social en el que ejercen su dominio y sus privilegios. Pero hoy más que nunca se pone en cuestión la vinculación de sus ideas y la realidad de su pensamiento y acción.

Para comprender porqué es vigente el pensamiento de Karl Marx, es necesario entender que el marxismo es un proyecto de transformación del mundo, o sea, una teoría y una práctica indisolubles . La crítica se centra en ambas, pero sobre todo en la última.

El marxismo pone al descubierto la estructura del capitalismo, así como las posibilidades de transformación inscritas en ella, y cuando hoy confrontamos la teoría con la realidad nos encontramos con que ésta confirma la mayoría de tesis que expone el marxismo, como son la naturaleza explotadora-depredadora del capitalismo; los conceptos de clase y lucha de clases; la expansión creciente e ilimitada del capital que, en nuestros días, prueba fehacientemente la globalización del capital financiero; la mercantilización de toda producción material y espiritual o artística; la enajenación que alcanza todas las formas de relación humana; etcétera.

Ser marxista hoy significa reivindicar la obra del profesor Marx, de Engels, Lenin, Trotsky y Gramsci. El marxismo, el socialismo científico, huye de la vulgarización y el esquematismo mecanicista propios del estalinismo, que en alianza con el reformismo, ha llevado al proletariado a grandes derrotas históricas. Los marxistas rechazan el culto a la personalidad. Los grandes revolucionarios dejaron claro el carácter vivo, dialéctico y relativista del marxismo; no como dogma, sino como guía para la acción. Esto significa, en primer lugar, ser críticos hasta con el propio marxismo. Debemos ser capaces de desarrollar un pensamiento independiente con la ayuda del método marxista, basándonos en lo esencial de la escuela leninista: el análisis concreto de la situación concreta.

Si existe un rasgo principal que define a los marxistas, éste es el internacionalismo. Cuando unos 500 monopolios y multinacionales dominan la economía mundial; cuando un puñado de grandes banqueros son capaces, por meros intereses especulativos, de hundir a la moneda de un país; cuando los indígenas para ganar una lucha local a una multinacional tienen que organizarse a nivel internacional; cuando cualquier acontecimiento en un país tiene inmediatas repercusiones en otros, el internacionalismo surge como una necesidad de la lucha contra el capitalismo. Por eso, los marxistas defendemos la necesidad de la unidad de lucha por encima de las fronteras nacionales.

También, el marxismo, reivindica que la construcción del socialismo no se limita a la simple nacionalización de la economía. Es necesario que la clase trabajadora controle la producción y la sociedad. La más amplia democracia obrera, los más amplios derechos democráticos son inherentes al socialismo. La restauración del capitalismo en los antiguos estados estalinistas demuestra la certeza del programa marxista. Trotsky, hace más de 50 años, planteó que la burocracia estalinista sería incapaz de defender las conquistas del estado obrero, se convertiría en un freno absoluto para el progreso social y más tarde o más temprano, si los trabajadores no se alzaban contra el poder burocrático, la burocracia se haría restauracionista. No encontraría más salida que restaurar el capitalismo y reconvertirse en nuevos burgueses y agentes del imperialismo.

Los análisis de Trotsky, realizados hace más de 50 años, se han visto confirmados brillantemente por los acontecimientos. Sin duda alguna, el marxismo de nuestra época, la época del imperialismo y la transición al socialismo, no ha podido encontrar mejor interlocutor.

Aunque para ajustarse al movimiento de lo real, sin embargo, necesitan ser revisadas tesis como la relativa a las contradicciones de clase que, sin dejar de ser fundamentales, tienen que conjugarse con las contradicciones nacionales, étnicas, religiosas, ambientales, etc., y las relacionadas con la función del Estado y el acceso al poder, sobre las cuales Gramsci ya proporcionó importantes indicaciones. Además no puede sostenerse que la clase obrera sea el sujeto central de la historia, cuando la realidad muestra y exige un sujeto plural; y tal vez la producción ilimitada en la fase superior de la sociedad comunista, basado en un principio de distribución de los bienes conforme a las necesidades de cada individuo, minaría la base natural de la existencia humana ya que un desarrollo ilimitado de las fuerzas productivas "a manos llenas" sería insostenible.

En la marcha para la necesaria transformación del mundo existente, hay que partir de Marx para desarrollar y enriquecer su teoría, aunque en el camino haya que dejar al propio Marx. No obstante, la integridad de la teoría marxista sigue en pie, y si "de lo que se trata es de transformar al mundo" es en su práctica donde tenemos que cuestionarnos su vigencia.

La principal crítica a la práctica del marxismo, que no a su teoría, se plantea a la experiencia que se dio a partir de la Revolución Rusa de 1917, y que devino en lo que luego se conocería como "socialismo real".

Sin entrar en las causas que determinaron el fracaso histórico del proyecto soviético, puede afirmarse que, no obstante los logros económicos, sociales y culturales alcanzados, condujo a un régimen económico y social atípico – ni capitalista, ni socialista- que representó una nueva forma de dominio y explotación. Pero también significó un dique a la expansión mundial del capitalismo. Es evidente que con el fin de la bipolaridad se dejó paso al capitalismo depredador, concentrado en el imperio de Estados Unidos, que después del fracaso soviético, pretendió cegar y reducir la opción por una alternativa socialista, así como al marxismo que la inspiró y fundamentó. La caída del estalinismo no marcó el final de la época de la revolución socialista, sino sólo el final de un paréntesis histórico. Aún estamos en la época del imperialismo, en la época en la que el capitalismo ha agotado su papel histórico de desarrollar el progreso de la sociedad, impidiendo el avance de la humanidad. Vivimos una agonía prolongada del capitalismo que se caracteriza por la concentración de la riqueza cada vez en menos manos, el aumento de la miseria y las enfermedades, las guerras de rapiña, la expoliación de los países ex-coloniales, el surgimiento de la barbarie fascista y racista, la destrucción del medio ambiente, etc.

Sin embargo, el carácter emancipatorio que el marxismo ha desempeñado históricamente, al inspirar tanto acciones reivindicativas como revolucionarias no puede negarse. Se puede afirmar que ningún pensamiento filosófico, político o social ha influido tanto como el marxismo en la conciencia y conducta de los hombres y de los pueblos. (tal vez encontraría un símil en el campo de las religiones, como el islamismo o el cristianismo). Las luchas venturosas encaminadas a mejorar las condiciones de existencia de los trabajadores, acabar con los regímenes autoritarios o neofascistas, por la destrucción del poder económico burgués, etc, favorecen la apreciación positiva de su papel histórico-práctico, sin que esto signifique ignorar sus debilidades, ni tampoco las aportaciones de otras corrientes políticas o sociales: demócratas radicales, socialistas de izquierda, movimientos de liberación nacional, anarquistas, teología de la liberación, etc.

Puesto que no es fácil negar el carácter emancipador del pensamiento de Marx, los ideólogos más perspicaces de del capitalismo, han tratado de sostener que una sociedad comunista sería inalcanzable por la naturaleza egoísta-competitiva del hombre (homo economicus capitalista)M se valen de la concepción teleológica de la historia que decreta la inviabilidad del socialismo al llegar aquella a su fin con el triunfo del capitalismo liberal, mejor dicho, neoliberalismo. Se recurre a la idea de que todo proyecto emancipatorio, al realizarse se degrada o desnaturaliza inevitablemente; y se hecha mano del pensamiento débil o posmoderno, para el cual la falta de razón de lo existente invalida toda causa de emancipación. En todos éstos casos sólo se pretende confundir las conciencias, desmovilizarlas y cerrar así el paso a la organización y las acciones necesarias para construir una alternativa social así como todo pensamiento que contribuya a ella.

La construcción de ésta alternativa hoy es más necesaria y deseable que nunca, no sólo porque los males estructurales se han agravado, sino también porque el agresivo capitalismo globalizador, hegemonizado por Estados Unidos, al avasallar la soberanía de los pueblos con sus guerras preventivas, al volver las conquistas de la ciencia y la técnica contra el hombre y al globalizar la enajenación de los seres humanos, atenta contra la humanidad misma exponiéndola al riesgo de un cataclismo ecológico o aun holocausto nuclear.

Sin embargo, no existe la crisis final del capitalismo. Si los trabajadores no toman el poder político en sus manos, los capitalistas siempre encontrarán una salida. El socialismo no va a llegar sin lucha. La burguesía nunca se conformará con una pérdida de sus privilegios y beneficios. Siempre que pueda empleará todo su poder para derrocar a los trabajadores y restablecer el status quo. Lo vimos en la España de los años 30, en Chile en 1973, etc.

Hoy también es necesario el marxismo que contribuye –teórica y prácticamente –a la realización del nuevo proyecto social, lo que quiere decir que el ser marxista hoy significa no sólo poner en juego la inteligencia para fundamentar la necesidad y posibilidad de esa alternativa, sino también tensar la voluntad para responder al imperativo político-moral de contribuir a realizarla.

* publicado en noviembre de 2005 en la revista Por mi raza... de la FES Acatlán No.10

Bibliogragía, referencias y lecturas adicionales
Adolfo Sánchez Vázquez:

Las ideas estéticas de Marx, 1965. – Filosofía de la praxis, 1967, 2ª. ed., 1972. – Ética, 1969. – Rousseau en México (La filosofía de Rousseau y la ideología de la independencia), 1969. Estética y marxismo, 2 vols., 1970. – Antología. Textos de estética y teoría del arte, 1972. – Del socialismo científico al socialismo utópico, 1975.

Discurso de Investidura pronunciado por el filósofo y escritor mexicano Adolfo Sánchez Vásquez, al recibir el Doctorado Honoris Causa en la Universidad de La Habana, el 16 de septiembre de 2004.


ENLACES RELACIONADOS (DOCUMENTOS EN PDF)
http://150.185.136.100/pdf/utopia/v7n18/articulo07.pdf
http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/pdf/279/27901808.pdf

Qué pensó Marx sobre América Latina, por Néstor Kohan

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