Friday, April 11, 2008

Resistencia Civil Pacífica: Bulla y alegría de adelitas al empezar la resistencia; los locutores, avergonzados


■ Fuera del Senado estalla el alboroto: “Pemex no se vende, Pemex se defiende”, gritaban


■ “Nunca supe” que los legisladores fapistas tomarían la tribuna camaral, asegura Ruth Zavaleta

Rosa Elvira Vargas

Ampliar la imagen Intercambio de flores por sonrisas, ayer, durante el plantón que las adelitas defensoras del petróleo nacional instalaron en las cercanías de la Cámara de Senadores Intercambio de flores por sonrisas, ayer, durante el plantón que las adelitas defensoras del petróleo nacional instalaron en las cercanías de la Cámara de Senadores Foto: Víctor Camacho

Dos mundos sin contacto posible. En la radio, los lectores de noticias, escandalizados, iracundos, coléricos, censuraban la movilización de las adelitas y se “avergonzaban” del comportamiento de los legisladores del Frente Amplio Progresista (FAP) quienes, en ambas cámaras del Congreso, se habían apoderado de la tribuna. En el otro extremo, en el universo de la resistencia contra la privatización petrolera, la bulla y el alboroto combativo estallaban en señal de lucha: “Pemex no se vende, Pemex se defiende”.

Y en la calle, dos momentos rutilantes: el arribo de mujeres minutos antes de la una de la tarde para instalarse en las calles que rodean el Senado (Tacuba, Donceles y Bolívar, entre otras) y a las 20:10 horas, cuando se hizo el relevo.

Los coros y las consignas de unas y otras se mezclaron, se hicieron uno solo, aunque ellas, las agrupadas en Enaguas Profundas, recibieron a sus compañeros con una cantaleta maliciosa: “Ya vienen llegando, los hijos de la brigada”.

Menos una, todos sabían

Ayer, salvo Ruth Zavaleta, presidenta de la mesa directiva de la Cámara de Diputados y perredista, nadie podía llamarse a engaño. Siempre se supo –porque se dijo a los cuatro vientos en las concentraciones convocadas por Andrés Manuel López Obrador– que en cuanto hubiera iniciativa gubernamental en materia energética empezaría la resistencia civil pacífica.

¿Entonces, por qué la diputada del PRD declaró en todos los noticiarios que ella nunca supo que en San Lázaro los diputados del FAP se insubordinarían, si además ella misma no acudió, la noche del miércoles, a la plenaria de legisladores del frente con su ex candidato presidencial, donde además de ratificar la unidad del movimiento se afinaron las acciones que ayer tanto la ofendieron?

Así, ni la diputada ni sus afrentados entrevistadores tuvieron la consideración de explicar a los radioescuchas, que si bien los legisladores que subieron silenciosamente a la tribuna llevaron una manta que superaba en dimensiones a cualesquiera usada en circunstancias similares (apenas digna de un estadio de futbol) para declarar “clausurado” el salón de sesiones, la cordura se impuso y votaron la ley que hará justicia a los braceros esquilmados por décadas cuando trabajaron en Estados Unidos.

Entonces, por lo menos en los medios electrónicos este jueves había otro mundo. Un delirio histérico que contrastaba con la apacible tarde en San Lázaro, donde los legisladores del FAP se paseaban orondos en el salón de sesiones portando cascos petroleros con leyenda antiprivatizadora y paliacate al cuello, mientras esperaban instrucciones desde el Senado.

En todo caso, lo que más se comentaba ahí era la conducta unitaria asumida por los diputados de Nueva Izquierda (los chuchos, para más señas), mientras en el Senado no ocurrió lo mismo, y no secundaron a sus compañeros el líder de la bancada del PRD, Carlos Navarrete, y otros como Carlos Sotelo y Graco Ramírez Garrido Abreu, aunque tardíamente sí lo hicieron Pablo Gómez y Arturo Núñez.

El argumento de que Navarrete “no supo” que sus compañeros tomarían la tribuna, como señalaron algunos auxiliares del senador en intento exculpatorio, movió más bien a risa, porque desde temprano Ricardo Monreal se encargó de anticipar: “en hora y media habrá crisis”.

Pero en la radio de inmediato se ubicó a la conspiradora y virtual operadora de las instrucciones del Peje: la senadora tabasqueña Rosalinda López, a quien incluso un comentarista aseguró haberla escuchado diciendo: “Sí, Nico”. O sea, qué más pruebas…

Alejadas de los líos camarales, sólo en busca de conseguir que el debate de la iniciativa energética se vaya por lo menos hasta agosto y que se retire el documento enviado por Felipe Calderón al Senado, las adelitas se divirtieron de lo lindo. Sin importarles el sol que caía a plomo, bailaron, desfilaron, cantaron.

También comieron de su itacate. Y aquellas que se apostaron a la altura de la casona de Xicoténcatl mostraban huevos de unicel para aludir al inquilino de Los Pinos, al tiempo de preguntarse a una sola y fuerte voz: “¿Qué le sobra a López Obrador? ¡Viejas, un chingo de viejas!”

Y seguían su relajo, mientras detrás de las vallas metálicas tres hileras de policías, capitalinos y federales, las observaban alertas. Dos de esos contingentes eran de mujeres: las Cisne, de la agrupación que comanda Joel Ortega, y las robocops, al mando de Genaro García Luna.

Lo curioso –y significativo– es que ya para la noche, cuando los hombres entraron al relevo, la presencia policiaca era sensiblemente menor.

Más tarde se sabría también que Santiago Creel “supervisó” in situ el cordón instalado por los uniformados mientras, en otro plano, los coordinadores del FAP acordaban que sus bancadas permanecerían en los salones de pleno.

Mañana será, entonces, el segundo día de la resistencia.

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