Thursday, July 10, 2008

HOMILÍA DE FRAY RAÚL VERA LÓPEZ, O.P.

OBISPO DE SALTILLO
CON MOTIVO DE LA PEREGRINACIÓN ANUAL DE LA DIÓCESIS
A LA INSIGNE Y NACIONAL BASÍLICA DE SANTA MARÍA DE GUADALUPE
9 DE JULIO DEL 2008


EL COMPROMISO PROFÉTICO QUE NOS PIDE LA VIRGEN DE GUADALUPE



El Encuentro de dos Grandes Mujeres: María e Isabel

El Evangelio nos presenta el encuentro de dos grandes mujeres: María e Isabel, su pariente, mientras ambas estaban embarazadas. Isabel bendice a María y a su Hijo, la llama “la Madre de mi Señor” y la declara “bienaventurada”, porque gracias a su fe se cumplirán todas las cosas que le fueron dichas de parte del Señor.

Ambas recibieron noticias de parte de Dios, acerca de sus hijos. A María le habló directamente el ángel Gabriel, sobre su hijo Jesús; mientras que a Isabel, madre de Juan el Bautista, el mismo ángel Gabriel le llamó por mediación de su esposo Zacarías.

A María, el ángel le anunció que el niño que iba a nacer de ella sería grande y santo; se llamaría Hijo del Altísimo e Hijo de Dios; heredaría el trono de David -su padre- para reinar sobre la casa de Jacob por los siglos, con un reinado que no tendría fin. Y que sería engendrado en ella por el Espíritu Santo sin intervención de varón, pues el poder de Dios la cubriría con su sombra.

A Zacarías, el ángel le anunció que su hijo se quedaría lleno del Espíritu Santo desde el seno de su madre, cosa que sucedió en el momento en que Isabel escuchó el saludo de María y “su hijo saltó de gozo en su seno”. Juan el Bautista, nacería lleno del espíritu y del poder de Elías, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto, en el que los corazones de los padres fueran más sensibles a sus hijos, y los rebeldes tuvieran la prudencia de los justos.

El diálogo entre María e Isabel se sitúa dentro de la tradición profética que acompaña la espera y la llegada del Mesías prometido al pueblo de Israel. Por eso María, en aquella ocasión, pronuncia el estupendo oráculo profético que en la Iglesia conocemos como el canto del Magníficat, en donde, además de alabar a Dios por el cumplimiento de las promesas hechas a su pueblo Israel, María describe lo que será el resultado de la obra de Jesús en la historia.


El Profetismo de María

María nos aclara que Dios despliega el poder de su brazo sobre el mundo entero, para que la soberbia humana sea sometida al único soberano que es Dios, Rey que hace justicia a los pobres, que levanta a los humildes y pone en su lugar a quienes, por medio de un poder que no les pertenece, han provocado el sufrimiento de los pobres y afligidos.

María anuncia también que este Rey viene a velar por los que tienen hambre y sed de justicia, para que tengan acceso a una vida digna. Ante el reestablecimiento de la equidad que existe entre los seres humanos cuando acontece el Reino de Dios que el Hijo de María viene a iniciar en la tierra, quienes han acumulado riqueza tienen que ceder ante el designio de Dios para la administración del mundo, si quieren pertenecer a ese Reino y no perderse con todo y su riqueza.

Ésta es la profecía de María, que viene a inundar a México y a este continente, con su visita al Tepeyac, donde se inició hace más de quinientos años, la obra de la evangelización y la consecuente convivencia de las culturas de los pueblos originarios de estas tierras, con la cultura europea presente aquí a partir de entonces.

María, la madre de Jesús, en su camino histórico, formó parte de los más pequeños de este mundo, de los humillados del pueblo de Israel, por eso cuando viene a visitarnos, invita como colaborador al indio Juan Diego, hoy San Juan Diego, que pertenece también al grupo de los humillados, pequeños y vencidos, para que coopere en el proyecto de justicia, amor, libertad y verdad, con el que se establece el Reino de Jesús.

María sabe que el Reino de Dios se realiza mediante la colaboración de nosotros mismos, por eso, a través de Juan Diego, su primer colaborador, pide también la ayuda del obispo, quien tuvo que cambiar su actitud de desprecio al indio, para poder recibir y entender el mensaje de María. La Virgen Morena conoce bien que no es por el poder del mundo que Dios va a cambiar la historia. Dios va a cambiar la historia a través de los que no valen nada a los ojos de la soberbia humana que se sirve del dinero, de la corrupción, de la mentira, del fraude, del robo y de la amenaza de las armas.

El Acontecimiento Guadalupano

María en el Tepeyac, en continuidad con el Magníficat, anuncia el advenimiento de un mundo diferente, en donde los pequeños son los importantes a los ojos de Dios, en donde la creación será nuevamente puesta al servicio de todos y todas, en donde no hay excluidos, sino que todos son hermanos y hermanas, en donde los que no contaban para el mundo, se convierten en protagonistas de la historia. Por eso cuando Juan Diego quiere autoexcluirse de ese proyecto, asegurándole que ni el obispo ni nadie le hará caso nunca, por ser quien es, una persona insignificante, la Señora del Cielo le dice: "Oye hijo mío el más pequeño, ten entendido que son muchos mis servidores y mensajeros, a quienes puedo encargar que lleven mi mensaje y hagan mi voluntad; pero es de todo punto preciso que tú mismo solicites y ayudes, y que con tu mediación se cumpla mi voluntad. Mucho te ruego y con rigor te mando, que vayas mañana a ver al obispo".

Quien habla en el texto que se nos ha proclamado del libro del Sirácide, es la Sabiduría de Dios, que en los libros sapienciales es presentada como una persona diferente de Dios, lo que hace referencia a Cristo, el Hijo de María, quien es la Palabra y la Sabiduría de Dios, segunda persona de la Santísima Trinidad, que vino a habitar entre nosotros. La Tradición de la Iglesia, también ha visto en estos textos sapienciales hablando personalmente a María, y la intención de ofrecernos este texto en la misa de Nuestra Señora de Guadalupe es la de hacernos oir la palabra amorosa de quien también es madre nuestra.

Poniendo atención al texto, María se presenta ante nosotros como la madre que nos hace crecer en todas las dimensiones de nuestra vida humana. Su intercesión obtiene para nosotros los dones divinos que llevan a su plenitud la vida del ser humano en su dimensión personal y también en su dimensión comunitaria, como pueblo que somos. Sus enseñanzas nos abren el corazón y la mente a un futuro grandioso, porque ella es la madre del amor, del conocimiento y de la santa esperanza, en quien encontramos el camino de la verdad, de la vida y de la virtud.

Ella pidió al obispo que se le erigiera un templo que sería signo vivo de su presencia entre nosotros, para en él mostrarnos y darnos todo su amor, compasión y auxilio, pues es nuestra piadosa madre; para oir también nuestros lamentos y remediar todas nuestras miserias, penas y dolores.

Bajo el cuidado de María de Guadalupe, como pueblo mexicano, hemos perseverado en nuestra fe en su Hijo Jesucristo y en nuestro amor a él. Gracias a ella, hemos resistido en el pasado y soportamos en el presente duras pruebas y muchos sufrimientos, pues como lo dice el libro del Sirácide que acabamos de escuchar, ella es como una “vid de fragantes hojas” y sus “flores son producto de gloria y de riqueza”, por eso siempre esperanzados por encontrar consuelo y luz en nuestras vidas personales y en nuestra vida como pueblo, al llegar aquí obedecemos a su llamado: “Vengan a mí ustedes los que me aman, mis palabras son más dulces que la miel y mi heredad mejor que los panales”.


El Profetismo de los Discípulos de Cristo a la luz del Hecho Guadalupano


Por otro lado en el texto de la carta de san Pablo a los Gálatas, entendemos que al llegar el tiempo establecido por Dios, envió a su Hijo nuestro Señor Jesucristo, nacido de una mujer, la Santísima Virgen María, para rescatarnos de una religiosidad basada en observancias rituales puramente externas, que es lo que el Apóstol considera “vivir bajo la ley”, es decir, sometidos a observancias religiosas estrictamente materiales como las del pueblo judío, que también han caracterizado a otras religiones, como las de nuestros antepasados. Jesús mismo, como nos dice el texto, nació bajo un régimen semejante para poder rescatarnos, hacernos hijos suyos y mostrarnos una manera nueva de actuar y vivir.

La manera como nosotros hemos llegado a ser hijos de Dios, es por el don del Espíritu de su Hijo que Dios ha enviado a nuestros corazones, y que nos permite reconocer a Dios como nuestro Padre. San Pablo nos explica en este texto que desde el momento en que poseemos al Espíritu de Jesús, que es el Espíritu Santo, dejamos de estar esclavizados a observancias religiosas caducas, para convertirnos en personas libres, con una inteligencia y conocimiento pleno de Dios que nos ama profundamente. Como dijo la Morenita a Juan Diego, un Dios que ama la vida, la promueve, la renueva y la recrea, anulando todos los signos de muerte que la amenazan.

Con la presencia de Dios en nuestros corazones por medio del don del Espíritu Santo, empezamos a caminar en una vida nueva y en una espiritualidad también nueva. Nuestro horizonte se abre hacia grandes conquistas, como las que le envió la Guadalupana, a realizar a Juan Diego, enviándolo ahí por donde él nunca había andado, para convencer al obispo de la necesidad que ella tenía del sitio donde ella nos dejaría el signo de su presencia maternal en medio de nosotros. Este maravilloso cuadro, que entregó al obispo por medio de Juan Diego, pintado en la tilma del indio, en medio de rosas fragantes, que anuncian la nueva y eterna primavera que su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, traía a esta región del mundo. Los signos de esa nueva era que ella vino a impulsar, los contempló Juan Diego, en los cantos de los pajarillos que anunciaban como heraldos la presencia de la Señora del Cielo en el Tepeyac, en los riscos y cactos relucientes -cual piedras preciosas-, que adornaban el espacio en donde la mujer -de soberana grandeza- le hablaba con una voz dulce, como de quien atrae.

Todos los signos que rodean el acontecimiento Guadalupano anuncian el mundo nuevo que Dios recrea por medio de la redención de Cristo y que María anunció en su canto profético del Magníficat. María de Guadalupe nos asegura que confiados en el poder de Dios y “haciendo lo que Él nos dice” (Cf.Jn.2,5) por medio del Evangelio de su Hijo, es posible poder construir un mundo diferente, en donde desaparece la soberbia humana que ciega, se esfuma el poder irracional que oprime y esclaviza, y la miseria y el hambre que impiden la vida plena, ya no tienen lugar. Por esta renovación del mundo que viene a realizar su Hijo, por medio del establecimiento del Reino de Dios en él, María trabajó y luchó junto Él en su trayecto de mujer, comprometida con el tiempo histórico que les tocó vivir a ella y a su Hijo en esta tierra, desde Belén, hasta el pie de la Cruz.

Después de la resurrección y gloriosa ascensión de Jesús, María, la mujer, perseveró con los apóstoles y la primera comunidad cristiana, en la oración, implorando el cumplimiento de la promesa del envío del Espíritu Santo; acompañó los primeros pasos de la Iglesia. Después de su asunción al cielo, sigue velando y protegiendo a los discípulos de su Hijo y al mundo entero. Éste es el significado de su llegada al Tepeyac. Viene a animarnos a que seamos verdaderos discípulos misioneros, y verdaderos profetas, para que como ella, transformemos el mundo y su historia, con la potencia que nos comunica Cristo resucitado y glorioso, por medio de su Espíritu.


Nuestro Compromiso Profético en México y en Coahuila hoy

Poniendo toda nuestra confianza en su poderosa intercesión, lanzamos una mirada, aún cuando no es exhaustiva, a las principales cuestiones que nos afectan y afligen, y que nos hacen sufrir, no solamente a nosotros en Coahuila, sino a una gran mayoría de los mexicanos. Lo presentamos aquí en su casa, donde ella permanece atenta para oír nuestros lamentos y remediar todas nuestras miserias, penas y dolores. No solamente queremos llevarnos su consuelo y su ánimo, sino que queremos fortalecernos con su ejemplo profético y salir de esta Basílica con nuestra mirada puesta en el proyecto de amor, de verdad y de justicia, de libertad y de vida plena para todos y todas; deseamos empaparnos de la valentía y firme decisión de la Virgen Morena, para trabajar en el proyecto que ella vino a animar en México y en todo este Continente.


EL FENÓMENO MIGRATORIO


Con la experiencia de 4 años constantes, y el cúmulo de vivencias que ofrece el acompañamiento integral de la casa de los y las migrantes centroamericanos que transitan por el estado de Coahuila en su camino al norte, “Belén, Posada del Migrante”, Humanidad Sin Fronteras A.C. y Frontera con Justicia A.C. nos permiten acercarnos a la contradicción que viven miles de personas, al encontrar la muerte y la injusticia, cuando buscan la vida y la esperanza.

Las violaciones a los Derechos Humanos de los Transmigrantes Centroamericanos son cada vez más frecuentes y de mayor gravedad. Estas no corresponden a hechos circunstanciales, sino a vejaciones sistemáticas que se configuran a partir de un Estado corrupto que impide la justicia y protege la impunidad. Entre las intimidaciones más usuales están las amenazas, los robos y las extorsiones, aunque existen casos de agresiones sexuales, disparos al aire y persecuciones que provocan desde lesiones hasta la muerte. Los casos que se han detectado de personas que son aventadas del tren cuando éste va en movimiento, han aumentado, lo mismo de quienes han dejado a sus compañeros en el camino, muertos o mutilados, cuando evitaban ser asegurados por los guardias privados del ferrocarril. Los hombres, mujeres y niños migrantes, también son desnudados, registrados y secuestrados por autoridades mexicanas de diferentes niveles, recibiendo de éstas, falsas acusaciones.

Las distintas autoridades involucradas en estas violaciones a los Derechos Humanos, han hecho que México se haya convertido en un paso peligroso y arriesgado para los miles de migrantes que cada año intentan cruzar la frontera. Nuestro país ha optado por seguir los intereses de Estados Unidos haciendo a un lado la posibilidad de acoger fraternalmente a los pueblos centroamericanos que se desplazan por nuestro territorio. De esta forma, en muchas y muy variadas ocasiones, el gobierno mexicano, a través de sus autoridades, ha negado sistemáticamente las posibilidades de vida y tránsito digno, de acuerdo a declaraciones y tratados firmados y ratificados por México.


EL MUNDO DEL TRABAJO Y DE LA ECONOMÍA

México es un país en constante transformación. Tanto la economía nacional, como la estatal, siguen consolidando las reglas de una economía de mercado, tratando de justificar distorsiones tan graves como el establecimiento de precios que los monopolios imponen sin importar servicio y calidad, la eliminación de sus competidores, la pésima distribución del ingreso o la indefensión de los consumidores, así como las prácticas corruptas de diferentes niveles empresariales.

Algunos factores de la producción viven una prosperidad sin precedente, mientras otros van rezagándose, como sucede en la industria maquiladora, que registra enormes incrementos en la productividad laboral, mientras que es mucho menor el incremento en los salarios de quienes trabajan en esa misma rama. El sector privado se fortalece, mientras se debilitan los sindicatos y la calidad de vida de los obreros, preservando así la desigualdad en el ingreso y la desprotección de nuestras familias.

En este momento con la elevación del precio del petróleo y de los alimentos a nivel internacional, el gobierno mexicano se conforma con soluciones que no dan ninguna esperanza, como es el de quitarle los aranceles a los alimentos importados, que beneficia a quienes producen en el extranjero y a quienes los importan a México, y no al pueblo que los sigue pagando a alto precio. Lo mismo al congelar los precios ya elevados de por sí, con la promesa de que esto es sólo hasta finales del 2008. Por una parte se cierra la posibilidad de que se bajen los precios durante este año y por otra, prevalece la amenaza de que a partir del 2009, sin el aumento salarial debido para enfrentar este fenómeno, tendremos aún más hambre.

En Coahuila tenemos sin solución el caso de la Explosión de la mina de Carbón número 8, Unidad Pasta de Conchos, que acaeció el 19 de febrero del 2006, en San Juan de Sabinas. Ninguna Secretaría de Estado, ni dependencias de administración de justicia, ni el Sindicato Minero, han dado respuesta al clamor de justicia que se ha levantado de parte de la Familia Pasta de Conchos, nombre que han dado a la organización de familias de los mineros de Pasta de Conchos para pedir el rescate de los cuerpos de los mineros muertos. Ellos tienen pruebas fehacientes de cómo estaban las condiciones de la mina, causa principal de la explosión.

Además la empresa mintió a los pocos días del siniestro para no invertir en el rescate de los sobrevivientes, asegurando que los cuerpos estaban desintegrados. Su mentira quedó al descubierto cuando aparecieron los dos primeros cuerpos, íntegros, sin quemaduras, que con el examen del médico forense, se demostró que murieron por asfixia.

Lo más grave de este caso es que las instancias oficiales del Gobierno Federal y la Comisión del Congreso para investigar el siniestro, se han negado a recibir las pruebas que la Familia Pasta de Conchos tiene para que se le finquen responsabilidades a la empresa con su Consejo de Administración, al sindicato, y a funcionarios de alto nivel que han estado encubriendo a la empresa, así como para que se retire la concesión a Grupo México. Pasta de Conchos ya es un emblema en el ambiente laboral que denuncia la falta de respeto a los derechos humanos de los trabajadores y sus familias en este país. La empresa intenta sellar la mina en estos días para encubrir su crimen.


LA LACRA DEL NARCOTRÁFICO


Por los especialistas conocemos que las drogas en México nacieron dependientes del poder político; durante décadas el crimen organizado respetó las reglas de un entendimiento con el Estado que le vetaba a participar del poder político, le prohibía desviar las drogas enviadas al exterior, hacia el mercado interno, y le exigía obedecer las decisiones del gobierno. Ahora, el Gobierno Federal y el Presidente se han debilitado y ha aumentado el poder de los estados, las grandes empresas, los partidos políticos y el crimen organizado, por lo que los acuerdos con los carteles, se fragmentaron.

En la actualidad el crimen organizado trata con funcionarios de los tres niveles de gobierno y promueve el consumo. El negocio de los narcóticos es tan lucrativo que han proliferado los grupos que se disputan con violencia ciudades y estados, como lo vemos en Coahuila, en donde se empieza a generalizar otro tipo de crímenes como asaltos, secuestros, asesinatos y “levantones”.

La inseguridad es una de nuestras mayores preocupaciones, a pesar de la campaña federal o cruzada contra el crimen organizado, cuyo desenlace es aún incierto. Nuestras familias se exponen a retenes y “convoys” fuertemente armados, mientras la violencia avanza claramente en medio de una sociedad empobrecida, con falta de trabajos bien remunerados y una cultura de impunidad, en donde la venta y el consumo de droga, se extiende constantemente.

Creemos que es necesario y urgente que se revise la estrategia con la que se enfrenta la llamada “guerra” al narcotráfico, para que se llegue a tocar las verdaderas fuentes de poder y de financiamiento que tiene el narco en México.


Mirada de Confianza

Como Diócesis de Saltillo, queremos que nuestra peregrinación de este año ante la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, fortalezca nuestro impulso evangelizador a través del proyecto de renovación pastoral con el que queremos introducir el evangelio en la historia de nuestra región. Que ella misma nos ayude a asumir dentro de este proyecto pastoral, la misión continental a la que nos convocaron los obispos reunidos para la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, en Aparecida Brasil. Encomendamos a ella nuestro regreso a casa.


Que así sea.

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