Friday, September 17, 2010

Diana Cordero en Kaos en la Red

El carácter fascista de los gobiernos de Europa, hace que hasta El País se sitúe a la izquierda



No fue sorpresiva la postura connivente de la mayoría de los gobiernos europeos ante la decisión y acción del ejecutivo francés de expulsar a la comunidad gitana de su territorio.

Quizá removió esa ya casi apagada remembranza de la “Europa de los derechos humanos” que tanto nos alentó a los y las latinoamericanas en épocas de las dictaduras setentistas, que dominaron nuestra región hasta avanzados los años 80.

Pero solo una nostalgia anacrónica, a la luz de la experiencia recogida en las últimas décadas de vulneraciones permanentes de la que son objeto - por parte del primer mundo europeo- no solo aquellas personas de América Latina que intentan ingresar y sobrevivir en algún país de la Comunidad, sino los propios habitantes de esas naciones, doblegados por el avance crudo del neoliberalismo que los sume en la pérdida de la calidad de vida, la injusticia laboral, la desigualdad social y la estupidización colectiva.


Ante tanto discurso indignante y esperable, el verdadero desconcierto aparece cuando leemos el editorial del diario El País (ver nota al pié), que con su postura manifiesta se sitúa a la izquierda de la línea derechosa/ fascista de la mayoría de los miembros de la Comunidad Europea.

Con la certeza de que poco más a la derecha pueden ubicarse gobiernos como los de la Merkel, Sarkozy o Zapatero, El País despliega generosamente un discurso más propio de los organismos de derechos humanos que del medio de prensa permanentemente aliado al sistema capitalista que no duda en condenar a los “dictadores comunistas” como Hugo Chávez y Fidel Castro, y a los "populistas/ izquierdistas"  Evo Morales y hasta (si, si...lo juro!) en ocasiones a la mismísima presidenta de Argentina, Cristina Kirschner.
Hay algo incuestionable: La o nda xenófoba que comenzara hace unos pocos años en Europa, se va profundizando, con aterradora inexorabilidad. La pasividad demostrada ante acciones absolutamente reñidas con el elemental respeto a los derechos humanos, no deja de indignar hasta a los sectores liberales y socialdemócratas que han levantado sus voces en estos días.

Pero esto hace años que se ha puesto en marcha. Hacer mención de las políticas de estado xenófobas implementadas y toleradas por los países de la Comunidad Europea hacia inmigrantes de infinidad de países del llamado tercer mundo, llevaría un espacio que no tengo hoy en estas páginas.

Simplemente citaré el antecedente de Italia que en año 2007 mediante un decreto urgente (firmado por el presidente Giorgio Napolitano) liberó la expulsión de personas gitanas provenientes de Rumania, otorgando en eseacto a las fuerzas policiales, la potestad de decidir quienes estaban en condiciones de permanecer o no en Italia. Las condiciones a evaluar, según consta en el Decreto “será la peligrosidad social del individuo, que será establecida no solamente revisando sus antecedentes penales, sino también su nivel de vida y, por lo tanto, su capacidad de mantenerse”. La medida dio lugar a acciones criminalizantes, tales como los censos de gitanos y gitanas emprendidos a partir de ese momento, y a otras francamente represivas como las detenciones y expulsiones (en algunos casos violentas) de miles de personas de esa étnia.

El proceso de expulsión implementado por Italia, repudiado en su momento mundialmente, no ha cesado desde entonces. Simplemente ha decaído en función de que cada vez existen menos gitanos y gitanas dentro del país a quienes expulsar.
En el caso de las medidas llevadas adelante por el gobierno de Sarkozy, éstas no se han detenido en ningún momento, ni siquiera ante las críticas nacionales sostenidas por los partidos de la oposición en Francia ni ante las internacionales presentadas por las Naciones Unidas, la Comisión Europea y el Vaticano.

Tampoco las multitudinarias manifestaciones realizadas en casi todas las ciudades francesas y otras capitales del mundo lograron torcer la decisión política del gobierno francés de proceder a la limpieza étnica.

Apoyados en la supuesta “legalidad” de la medida, defendieron (y defienden) con total desparpajo las acciones guiadas por el racismo y la xenofobia, vulnerando de esta forma no solo la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial (aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en el año 1965, sino la mismísima ley contra el racismo y la xenofobia aprobada por la Comunidad Europea en septiembre de 2008, en la cual tanto la xenofobia como el racismo son tipificadas como delito.

La defensa y el aval del “socialista” Zapatero ante las medidas tomadas por Francia, emitidaspúblicamente en la reunión de ayer en Bruselas, no sorprende en cuanto a la línea ideológica  del presidente del estado español, sino ante el hecho de que tal apoyo lo realizara en conferencia de prensa, constituyéndose desde ese momento en claro infractor a la Ley contra la Xenofobia y el Racismo que contempla condenar hasta con tres años de cárcel los comportamientos xenófobos y racistas.

La vergonzosa actitud tomada por Zapatero, así como por otros presidentes y presidentas, primeros ministros y máximas autoridades del llamado Grupo de los 27, merece no solo la segura condena que vendrá de parte de amplios sectores sociales, sino que se hace pasible de las penas y sanciones que establece la Ley aprobada por la Comunidad Europea en el 2008. Que hayan coincidido en sus consideraciones el socialista Zapatero con el popular Rajoy, es solo una anécdota a esta altura.

Todos estos datos conllevan la inevitable reflexión acerca de la magnitud y profundización del modelo neoliberal en Europa que excede desde luego el ámbito puramente económico para situarse en el social, generando y avalando la desigualdad y la injusticia como norma y el completo desprecio a los derechos humanos fundamentales.

Un síntoma de esa distorsión la completa la nota editorial del reaccionario diario El País, que con su postura ante este tema, se coloca a la izquierda de los mandatarios europeos. Mal estamos cuando tal medio de comunicación (no hablamos de cualquier medio, sino justamente de ese) parece un vocero de las organizaciones de derechos humanos más progresistas. Y hasta el título de la nota es de "avanzada"!
Total, que todo esto no solo da un profundo asco, sino que alarma (por no decir que da miedo).

Una sociedad que se encuentra en manos de estos fascistas, que cada vez se entrena más en el fascismo cotidiano (habría que ver los índices de popularidad de estas medidas xenófobas en los sectores medios europeos) va en una dirección poco auspiciosa, por no decir temible.

La divinidad que resolvía las tramas en la tragedia griega ya no se encuentra disponible en el siglo 21. El Chapulín Colorado ya se jubiló (y hasta le congelaron su pensión).

Y ahora…Será que nos tendremos que poner nosotros y nosotras a ver que hacemos para resolver este embrollo?

Bueno, tal vez nos animemos. Y hagámoslo pronto, no sea cosa de que en breve las expulsiones nos las dicten a nosotros o peor, nos volvamos tan cabrones que nos parezca normal la xenofobia y el racismo.

Europa zozobra
El PaísLas deportaciones de gitanos iniciadas este verano por el Gobierno de Nicolas Sarkozy han generado una crisis en la Unión Europea con escasos precedentes. Francia, un país fundador de la UE y motor, junto a Alemania, de las políticas comunitarias, se encontró ayer merecidamente contra las cuerdas a cuenta de una política que choca con los principios europeos de libre circulación de movimientos y no discriminación racial. Frente a la pasividad con la que Europa asistió hace dos años al censo de gitanos lanzado por Berlusconi en Italia, el populismo de Nicolas Sarkozy encontró ayer una respuesta a la altura por parte de la Comisión Europea, en abierto contraste con el sonrojante apoyo de la mayoría de líderes de la UE reunidos en el Consejo Europeo, que optaron por un diplomático pragmatismo de bajo vuelo.

Contra todo pronóstico, dada su inicial tibieza respecto a este asunto, Barroso le mantuvo el pulso a Sarkozy. Como resultado, la Comisión, guardiana de los Tratados y, por tanto, de los principios fundamentales que cohesionan a la ciudadanía europea, sale moralmente reforzada de este envite. La sintonía demostrada en esta ocasión con el Parlamento Europeo, la primera institución que clamó contra las deportaciones, será un apoyo importante a la hora de tomar, en un par de semanas, la decisión definitiva sobre el procedimiento de infracción contra Francia.

La cara más amarga de la crisis abierta en Europa fue el movimiento táctico y oportunista de la mayoría de los mandatarios que se aprestaron a arropar a Sarkozy. Para ello contaron con la involuntaria colaboración de quien destapó el escándalo, la comisaria de Justicia y Derechos Fundamentales, Viviane Reding, quien comparó las expulsiones con las deportaciones de minorías por los nazis.

Los presidentes y primeros ministros del Consejo no desaprovecharon la oportunidad para desviar la atención de la cuestión fundamental, algo que hizo con especial énfasis Rodríguez Zapatero, sin tener en cuenta que Reding ya había pedido excusas la víspera. Es muy preocupante el espectáculo ofrecido por el español, como el de Angela Merkel, al equiparar el atropello que se está cometiendo contra cientos de gitanos con las declaraciones de la comisaria. Nadie osó criticar, en cambio, el exceso verbal del propio Sarkozy cuando desafió a Luxemburgo (país de la comisaria) a acoger allí a los gitanos. El respeto que reclamó Zapatero debió demandárselo en primer lugar al arrogante autor de esa provocación.
Ya se verá si la solidaridad gremial de los líderes con Sarkozy resulta eficaz. La deportación de gitanos iniciada por París ha generado un nivel de crítica sin precedentes mundialmente, Washington incluido, y ha provocado desencuentros con otros socios europeos, como Austria o Bulgaria. También merece los máximos reproches la connivencia demostrada ayer por un Gobierno como el español, que se dice socialista y atento a la ampliación de los derechos de los ciudadanos.





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