Monday, December 20, 2010

LA VENTANA DE CAIN
LA TARJETA FERIA: EL NEGOCIO DE LOS INSENSIBLES
ROBERTO GUILLEN
En mis 40 años de existencia pocas veces he presenciado tanta irritación social como la que ahora priva en las calles de Monterrey – rasguñado por el intermitente rat -tat-tat-tat que desató ya sabemos quién.
Claro que no me refiero a la refriega inusitada que, como bien dice el regidor perredista, Anibal Garza, con la narcoviolencia hemos perdido la esencia de regiomontanos. A parte de que el impuesto por la tenencia de andar sobre ruedas continuará, el gobierno de Rodrigo Medina ha desatado toda una feria de movilizaciones al instrumentar el uso de un plástico- prepago denominado “Tarjeta Feria”, para uso del transporte público.


En primera instancia, el arribo de la televisión siempre es bienvenido, pero al aplicar la lupa ciudadana, observamos que tan sólo se trata de un negocio carente del más mínimo sentido social. A parte de que hay que pagar por adelantado, la tarjeta no brinda ningún beneficio adicional. Y si a esto le suma la medida dictatorial de que quien no compre su tarjeta feria tendrá que someterse al castigo de pagar hasta un 25% demás, tal como ya está ocurriendo, entonces encontrará la explicación de por qué los grupos de oposición disparan sus baterías en la misma dirección: La insensibilidad de Rodrigo Medina. Y ahí tiene a los panistas convenencieros, dizque volanteando en la calle; a Nacho Zapata tramitando amparos; a Goyo Vanegas interponiendo una denuncia por discriminación ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos. Al perredista Eduardo Arguijo denunciando penalmente al funcionario del Autotransporte, Esteban González. A los punketos – los más combativos de la ciudad- haciendo recordatorios maternales a la autoridad; a la misma preciosavaliente Ximena Peredo, denunciando en su editorial del periódico El Norte, el levantón que sufrió el activista Daniel Santos, horas después de manifestarse en el mercado Juárez, donde habló fuerte contra la figura del Golden Boy, quien por un lado exhibe su vena populista al regalar la entrada gratis del metro por los domingos y por el otro, engorda la salvaje ambición de los camioneros.
En fín, ya cuando entras a un bar y observas el desahogo espontaneo de los parroquianos, que profieren efervescentes recordatorios maternales a la autoridad, notas que la figura del poder ya mimetizó la máxima de quien maneja los hilos en este país: ni los oigo, ni los veo.

No comments: