Sunday, March 13, 2011

En el Claustro de Sor Juana, adiós a Rita Guerrero, una voz de fuego


Como en los conciertos de Santa Sabina, sus seguidores la despidieron con velas e incienso

Alejandro Marcovich, porque se recuerde a la cantante en el próximo Festival Vive Latino

Siempre acompañó las batallas por los derechos y las libertades, afirmó Inti Muñoz


Arturo Cruz Bárcenas

 La Jornada


Con música, flores, velas e incienso, cientos de seguidores y amigos se despidieron ayer de Rita Guerrero en el auditorio Divino Narciso, del Claustro de Sor Juana.

Desde las 18 horas, cuando se abrieron las puertas del inmueble, cientos desfilaron ante el ataúd de la cantante, fallecida el pasado viernes, quien marcó a toda una generación con su grupo Santa Sabina. Hasta el cierre de esta edición, los seguidores de Rita aún llegaban a despedirse.

Al entrar al auditorio un grupo de amigos y familiares de la cantante improvisó una despedida musical a ritmo de son, con maderas que retumbaron en los dos espacios en que se divide el recinto.

En la primera parte, los presentes observaron cientos de arreglos florales distribuidos y dos atriles con fotografías que muestran a la artista en aspectos que le fueron consustanciales: donde muestra el amor por la música mexicana y en otras, vestida con un atuendo rojo que la caracterizó en el grupo que le dio fama.

Comandanta espiritual

Entre las 18 y 19 horas se dieron cita amigos, como Alejandro Otaola, quienes dijeron que interpretaron sones porque así se despide en México a quien se quiere. Conforme tocaban se sumaban más músicos, si en un principio fueron siete después eran el doble y el sonido fue mucho más armónico. Se escuchó entonces una forma de llamar a la artista, con la que todos estuvieron de acuerdo: Rita es una comandanta espiritual, mote que hace referencia a su ideología política y a sus viajes de apoyo a las comunidades zapatistas.

Acabada la despedida sonera, siguió un homenaje del Coro Virreinal que durante cinco años Rita formó en esta institución educativa. Los muchachos, sin poder contener el llanto, afinaron la garganta y entonaron cinco de las piezas que reflejan la investigación y el aporte de su profesora sobre esta etapa histórica de México.

Siguió un transitar interminable frente al cuerpo de Rita, vestida de blanco, entre miles de pétalos blancos y cientos de veladoras de diversos tamaños. Si algo caracterizó los conciertos de Santa Sabina fueron las velas en el escenario, el olor a incienso, el sonido del chelo, del violín y de otros instrumentos de madera.

Fue difícil ubicar a Aldo, hoy viudo de Rita Guerrero, y a su hijo Claudio, quien ayer sábado cumplió cinco años. Los roqueros llegaban en familia, en pareja o solos, y se sumaban a la larga fila para despedir a la cantante: Sabo Romo, Julieta Egurrola, Lino Nava y Alejandro Marcovich.

La mayoría lo desconoce, pero la familia dio instrucciones de que el auditorio Divino Narciso se cerrara a las 21 horas. Y los fanáticos seguían llegando. Hoy domingo se prevé que a las 11 horas se le ofrezca una misa para que finalmente su cuerpo sea cremado.

En entrevista, Alejandro Marcovich destacó la amistad que lo unió con Rita en varios proyectos discográficos, y agregó que aunque la vida lleva a la muerte, en el caso de Rita su obra la hace recordar como una gran persona que dio mucho a todos.


Julieta Egurrola, Sabo Romo y Lino Nava, entre los artistas que acudieron al funeralFoto Roberto García Ortiz
“Desde los años 90 comencé a compenetrarme en su música y me entró el gusanito sobre la posibilidad de hacer una producción. Hablo de cuando todavía el underground no cabía en una disquera trasnacional, por lo menos en México; yo estaba en Caifanes, y me di a la idea de trabajar con Santa Sabina. Me gustaba mucho la voz de Rita, entre musical y teatral. Realmente lo que hicimos comenzó de manera muy casual, yendo a los ensayos y haciendo modificaciones. De ahí salió un disco en BMG Ariola que intitulamos Simplemente Santa Sabina. Este fue mi debut como productor.

Rita, antes que nada, era amiga y colega. Fue congruente con los propósitos de su arte y de su ideología. Esto nos queda como dos de sus pilares.

Estuvo de acuerdo en que una oportunidad de próxima fecha para recordar a Rita sería el Festival Vive Latino, espacio de rock y cultura. Sugirió que esta idea cuente con el apoyo popular vía Internet.

Para Alejandro Otaola, la despedida a la cantante refleja que ésta y su trabajo fueron reconocidos en vida; es decir, no tuvo que esperar años para un homenaje, como ha sucedido en numerosos casos. Aquí estaremos tocando hasta que el cuerpo aguante, enfatizó.

A su vez, Inti Muñoz, director del Fideicomiso del Centro Histórico, coincidió en afirmar que Rita logró con su trabajo uno de los aportes más sólidos al rock en México.

“Rita fue reconocida en vida, porque ésta fue de entrega y compromiso con la gente que la rodeaba; lo expresaba por medio del arte y de su enorme virtud y talento. Todo esto significó que se convirtiera en referente de una generación que se propuso cambar las cosas, la ciudad, el país. Se propuso luchar por la democracia y la paz, en el más amplio sentido de la palabra, lo mismo que por la libertad. Desde los 17 o 18 años era ya una activista estudiantil que participó en el movimiento del Consejo Estudiantil Universitario de la Universidad Nacional Autónoma de México, donde fue delegada del Centro Universitario de Teatro. Siempre acompañó las batallas por los derechos y las libertades.

Rita formó parte del movimiento generacional y civil que acompañó al levantamiento zapatista. Lo hizo como organizadora, comentó.

A las 21 horas arribaron otros grupos, con la idea de despedir a Rita Guerrero, considerada aquí en voz alta, una voz de fuego inextinguible.

Los funcionarios del Claustro subrayaron la aportación académica de la artista a esta institución educativa.

Testigo mudo de lo que ocurría, fue Sor Juana Inés de la Cruz, la décima musa. Y así pasó la noche, entre sones, aunque no se veía que los asistentes quisieran irse del Claustro.

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