Sunday, September 22, 2013

Un encuentro en clave de resistencia


 Karla Lara/ desde Honduras nos hace llegar este trexto

El 20 de septiembre Berta Cáceres, coordinadora general del COPINH (Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras), recibirá junto a los compañeros Aureliano Molina y Tomás Membreño, la resolución en un juicio en el que la fiscalía pretende enviarla a prisión, acusándola de daños contra la empresa DESA, encargada del proyecto hidroeléctrico Agua Zarca. Es uno de los varios juicios contra Berta, promovidos desde las transnacionales que pretenden privatizar el río sagrado Gualcarque, en una verdadera persecución judicial en la que participa el gobierno del lobo, el Ministerio Público, y el Ejército hondureño.
Cuando tuve la oportunidad de llegar hasta Río Blanco, pude compartir con la comunidad lenca las razones que la llevan a defender al río y a sus territorios, como parte de su cultura y de su vida. Ese mismo día, en la base donde se asienta la empresa, fui recibida por un oficial del Ejército que nos habló (incluso en inglés), para explicarnos que integraba la “Operación Libertad”, y que como tal su tarea era cuidar los bienes de las transnacionales ahí estacionadas. La base de DESA-SINOHYDRO, es en la práctica, un asentamiento militar policial, preparado para actuar contra el pueblo lenca de la región.
En este juicio, Berta Cáceres puede ir presa.
No sé ni me importó averiguar si los daños que la empresa dice que le hizo la comunidad lenca que se opone a su presencia en el lugar, son reales. No me importa saber si los provocó la comunidad, si los provocó la misma empresa o algunos de sus actores comprados; como aquellos que en medio del conflicto fueron a sentarse con el gobierno para entregarle sus ríos y a las comunidades que lo cuidan.
No me importa, porque sé perfectamente que la destrucción de ese río, de su entorno, del pueblo que vive de él, es un daño irreparable; es un crimen que nadie castigará, mientras sigan gobernando los herederos del golpe de Estado, y los jueces que cumplen las órdenes del capital y del poder.
Berta Cáceres no estuvo en el lugar cuando se dice que se cometieron las acciones de destrucción de la empresa. Pero no es eso lo que me importa.
Me importa decir sí, que Berta es parte del pueblo lenca que defiende, no para sí misma, el lugar, la tierra, las aguas, la energía, que las transnacionales buscan destruir y apropiarse, con el fin de obtener sus enormes ganancias.
Me importa decir, sí, que Berta es una mujer del pueblo, una mujer lenca. Una mujer que tiene un compromiso de vida con las luchas por cada uno de los derechos de su comunidad. Una mujer que supo compartir la lucha revolucionaria del pueblo salvadoreño cuando fue necesario. Una mujer que se ha enfrentado con coraje al golpismo, a las corporaciones transnacionales y a sus Ejércitos. Una mujer que es parte de las redes solidarias e internacionalistas que defienden a los pueblos agredidos por el militarismo y el imperialismo. Una mujer que tiene conciencia feminista, antipatriarcal, libertaria. Y que precisamente por eso, es una mujer libre. Vaya o no vaya presa.
Porque es una mujer libre, Berta puede defender un río, el territorio que lo rodea. Berta también puede enfrentarse a un macho violento, cuando éste agrede a un cuerpo de mujer. Y puede despreciar a quienes en nombre de una virilidad heroica, hacen ejercicios de homofobia, lesbofobia, misoginia.
Porque es una mujer libre, Berta sabe amar y ser amada.
Todo eso duele y molesta al poder capitalista, colonial, patriarcal. A sus servidores de todos los tiempos.
Por eso la quieren presa, como al río Gualcarque. Represar al río, y apresar a Berta, son parte de la cita colonial que los tribunales de la injusticia y sus lacayitos del Ministerio Público, como perros de garra de la empresa, están convocando.
Defenderlos y defenderla es tarea de una comunidad. La nuestra, la de los pueblos que nos sentimos hermanados en las luchas por todas las emancipaciones.
Cuerpos libres. Ríos libres. Territorios libres. Pueblos libres. Un mismo territorio.
Escribo estas líneas cuando una de nuestras madres de Plaza de Mayo, Norita Cortiñas, está viajando para abrazar a Berta, y a Tomás, a Aureliano, los tres compañeros que se enfrentan a la resolución judicial.
Norita sabe de resistencias y sabe de libertades. Es nuestra embajadora, la del sur del mundo, en cada cita con la vida. Con ella viajan nuestros 30000 compañeros desaparecidos y desaparecidas. En su pañuelo blanco está la memoria de nuestras muchas resistencias y rebeldías.

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